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Kumon, smartick y otras mentiras pedagógicas

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Actualmente nos encontramos en un momento de «estrés pedagógico», una especie de cuenta contrarreloj en la que todos los agentes implicados de una manera u otra viven pendiente de impresionar a los demás. Los políticos presionados por otros o para conseguir votos, reinventando constantes evaluaciones que nos evocan al «que viene el coco» de cuando eramos pequeños. Los profesores estresados por que se sienten constantemente juzgados si los resultados no son los esperados. Los padres agobiados buscando el mejor colegio, los niños cada vez con más temario y menos tiempo y entre todo este guirigay, empresas educativas aprovechando la oportunidad para bombardear con un marketing que en la mayoría de casos está carente de sentido.

El tema de los centros educativos, lo abordaremos en otro momento. Hoy nos centraremos en estas empresas que se presentan como la panacea educativa. Que las empresas luchen por vendernos su producto es algo normal, de hecho cada uno de nosotros tratamos de vendernos a los demás de una u otra manera. Sin embargo lo que parece paradójico es que estén triunfando métodos que criticamos. Y ahí está la clave, la palabra «método», siempre que nos venden algo con este vocablo…mala señal.

En los últimos años, han aparecido nuevos «métodos educativos» que no «pedagogías alternativas». Muchos padres, ante la desesperación de qué hacer con sus hijos académicamente y la falta de respuesta de los colegios, han recurrido a estas empresas.

Kumon: Es la más antigua de las alternativas y su sistema no deja de ser una nueva imagen del cuadernillo rubio tradicional. Su éxito reside en que la educación japonesa es una de las mejores en el informe PISA, pero la educación es muy diferente de este método. Aprendizaje por repetición, ausente de aprendizaje significativo y lo que es más escandaloso: Dar las hojas a los niños o padres sin la más mínima explicación o implicación. Algo que cualquiera puede hacer sin entender nada de pedagogía, psicología ni educación y ahorrándose dinero.

Smartick: Es probablemente la que más éxito tiene en la actualidad, tanto que hasta los colegios han accedido a implantarlo en sus centros, no sin alguna presión muy posiblemente. El aprendizaje interactivo puede ser muy interesante, y  tiene sus beneficios en algunos trastornos como la dislexia, sin embargo algo tan evidente como la crítica que cualquier profesional hace de satisfacer inmediatamente las demandas del niño, lo alimentamos con este método. El niño realiza la acción más pendiente de terminar o contestar bien, que de profundizar qué está contestando.

«Sin conflicto cognitivo, no hay aprendizaje»

Desde estas líneas invitamos a una reflexión profunda de los métodos a los que sometemos a los niños y a otros a los que nos sometemos en el día a día. Cuando existe una dificultad de aprendizaje, el mejor camino es acudir a un especialista, analizar cuál o cuáles son las necesidades del niño e intervenir en base a ellas.

Es difícil no caer en estas tentaciones, y más en momentos en que se nos vende que el niño tiene que estar permanente feliz y aprender divirtiéndose y fácilmente. Aprender, es un acto difícil y sin conflicto cognitivo, sin enfado, frustración,y equivocación no aprendemos. Enseñemos a los niños a superarse a sí mismos desde el placer de afrontar las dificultades.

Y por último una reflexión: ¿Dejaríamos de hacer nuestro trabajo el lunes porque no nos divertimos?